Carnaval y Generales de la Ulla en Santiago
Generales de la Ulla en Santiago
Los Ayuntamientos de Boqueixón, A Estrada, Santiago, Silleda, Teo, Touro, Vedra y Vila de Cruces nos juntamos para desarrollar diversas acciones encaminadas a conseguir los siguientes objetivos:
Consolidar la recuperación del Carnaval de la Ulla como elemento singular de nuestro patrimonio cultural.
Dinamizar el turismo del territorio con la puesta en valor del Carnaval como eje vertebrador del mismo, explotando su capacidad de atracción y convertíndoo en un atractivo turístico de primero orden en las fechas del carnaval gallego.
Desarrollar una campaña de promoción conjunta.
Conseguir la Declaración de Fiesta de Interés Turístico para el Carnaval de la Ulla.
Facilitar un espacio de muestra, encuentro y reflexión entorno a la temática del Carnaval de la Ulla.
Favorecer las situaciones y actividades intergeneracional, culturales y etnográficas de la zona, potenciando la interacción de la población local con los visitantes.
Carnaval en Santiago
Compostela 1917: El Carnaval
Hace un siglo, el Carnaval ocupaba la vida de la ciudad durante casi un mes, pues comenzaba cuando llegaban a los comercios los géneros propios de la fiesta: los tejidos para los disfraces y los ?papeliños de colores? que se empleaban para hacer máscaras y todo tipo de figuras. Al tiempo empezaban a prepararse las comparsas y el programa de bailes. Así quedaban marcadas las coordenadas de la fiesta: disfraces, comparsas y alegría. Las mismas que hoy en día siguen definiéndola.
El lluvioso tiempo compostelana marcaba el ritmo y tensión de las jornadas, sobre todo a principios del siglo XX, cuando las formas de vida burguesas terminaron de adaptar la fiesta a la sociabilidade urbana. ES entonces cuando nació el Carnaval tal y como hoy lo conocemos; un tiempo -como dice un autor de la época-divertido y elegante.
En el rural santiagués perduraron hasta hoy costumbres más arraigadas a la tradición rural como la destrucción del Carnaval hecho con paja y ropa vieja que podemos documentar en Aríns hace cien años, el carro engalanado que se armaba en Santa Marta o los atranques de los Generales de las parroquias del Ulla.
En la ciudad se desarrollaba un Carnaval diferente con manifestaciones genuinas que estaban plenamente vigentes hace un siglo.
Algunas desaparecieron, otras son fácilmente identificables en el programa actual.
La calle era el principal escenario del Carnaval santiagués. Por las vías principales paseaban, cantando coplas y bromeando con la gente, las comparsas. Estas agrupaciones se armaban cada año bajo nombres tan sugestivos cómo
Los Caballeros de Malta, Los cirujanos de él porvenir, Los alpinistas o Lana Lira, que llevaban acompañamiento musical similar a las actuales rondallas o más tradicional (pandereta, bombo y tamboril). En ellas participaban estudiantes, chicos y mismo grupos de niños y niñas. En la calle todo eran risas, humor del bueno y revuelo, siendo el contrapunto a los bailes que tenían lugar en las sociedades recreativas o a los asaltos organizados por la juventud; en unos y en otros era obligado el uso de disfraz, preferentemente original y de buen gusto.
La gente iba al Preguntoiro o a la Rúa del Vilar a ver las comparsas y el curioso espectáculo que era su ronda. Recorrían las calles de la ciudad y al pie de las casas cantaban coplas y canciones recibiendo a cambio las monedas que les tiraban desde balcones y ventanas.
Hubo un tiempo en que las comparsas ofrecían amendoados a las casas más generosas.
También había lugar para dos clásicos: el juego del figo (juego de él higui) -en el que un hombre con un montón de figos colgados de un palo enredaba con la rapazada- y el paseo de Carabellón y Perilla-oso y domador que hacían las delicias del público-. El Carnaval era, sobre todo, un lugar de encuentro y de juego; por unos días las barreras sociales se volvían borrosas en unas calles en las que las mascaritastanto hacían burla como armaban un baile espontáneo.
Las dificultades para gestionar estos encuentros y afluencias de gentes llevaron el Ayuntamiento a programar en la Alameda el desfile de las comparsas. Amenizado con música, el cambio de escenario le dio un importante ánimo al Carnaval ya que las carrozas engalanadas, que hasta entonces eran escasas, pasaron a completar el espectáculo.
Y mismo fue posible organizar y disfrutar de las batallas de confeti.
En 1917 fue la segunda vez que se organizó allí y así, después de pasear por la ciudad, las comparsas y carrozas se acercaron a la Alameda, donde la Banda Municipal ofreció un concierto para amenizar el evento. Fue tal el éxito conseguido, que comenzó a hablarse de otorgar premios a los mejores participantes.
Música, diversión y socialización, esas fueron las pautas del Carnaval histórico, lo que vivieron hace cien años las gentes de esta ciudad, las mismas que partillamos hoy.
En cierra variable, entre finales de febrero y principios de marzo, en los tres días que preceden al Miércoles de Ceniza, principio de lana Cuaresma (cuarenta días anteriores a lana Semana Santa).
También llamado Antroido el Carnaval por ser lana entrada la lana Cuaresma, él Carnaval gallego asume los valores típicos de esta fiesta de fin de él invierno con uno fuerte carácter ancestral. De cierra variable, suele coincidir la lo ancho de él mes de febrero lo a principios de marzo.
Aunque algunas de lanas celebraciones que se realizan en estas cierras casi han desaparecido de lana memoria urbana, él Carnaval sigue vivo. En lana gastronomía eres él tiempo de lana carne: previendo lana próxima abstención obligada por él calendario religioso, lana atención se centra en él lacón, los chorizos y lanas cabezas (cabezas de cerdo en salazón, características de Galicia en esta época), que junto con los grelos (nombre específico que reciben en Galicia lanas hojas de él nabo) y patatas, componen él cocido gallego, él plato más típico de lana gastronomía de lana región. Eres también lana época de lanas filloas (tartas saladas de harina de trigo, preparadas con manteca de cerdo), y en cuanto a los postres, de lanas orejas.
Pero lana fiesta pervive también en los disfraces. En Santiago lana vocación por lana máscara, él maquillaje y los vestidos se concentra en él desfile de él martes de Carnaval, en él que participan carrozas y comparsas formadas por grupos de vecinos y amigos que recurren lana ciudad.
Llegado él miércoles de ceniza, final de él Carnaval y principio de lana Cuaresma, se realiza una procesión satírica que finaliza con lana quema de él Meco (muñeco que representa al Carnaval) en una de lanas plazas de lana ciudad (tradicionalmente en lana de O Toural). Este símbolo compostelano varía cada cordero para representar un motivo de actualidad cargado de connotaciones irónicas.
Además, lana zona conocida como Valle del Ulla, que incluye parte de él ayuntamiento de Santiago, celebra los 'Carnavales de los Generales', una tradición sin parangón cuyo origen se remonta la lana primera mitad de él siglo XIX.
Los personajes más importantes de él espectáculo son los engalanados generales y correos a caballo, que recurren lanas parroquias a lo ancho de él día dando vivas a vecinos y visitantes, acompañados de un "ejército" de abanderados, coros, comparsas y parrandas. Finalizan escenificando uno ?atranque? lo ?alto?, enfrentamiento dialéctico por parejas, aprovechado para hacer burla y sátira de asuntos locales, de política lo de él corazón, sucedidos durante él cordero.
Este singular Carnaval tradicional se representa en lana comarca de él Ulla, que incluye lanas parroquias de Marrozos, Aríns y El Eje, al sur de él ayuntamiento de Santiago, y abarca además distintos municipios de lanas provincias de A Coruña y Pontevedra como son Teo, Boiqueixón, Vedra, Vila de Cruces, Touro, Bandeira, Silleda y A Estrada.
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